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El Caso Redureau

Citar: elDial.com - CC5105

Copyright 2024 - elDial.com - editorial albrematica - Tucumán 1440 (1050) - Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina

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El Caso Redureau

 

André Gide, premio Nobel de Literatura en 1947, tuvo la oportunidad de relatar el caso “Redureau” en una colección a su cargo dedicada a las causas judiciales célebres.

 

Marcel Redureau era un muchacho de quince años de edad y trabajaba como criado de la familia Mabit, en el ámbito rural francés. El 31 de septiembre de 1913 comete el homicidio de los siete integrantes de la familia Marbit, pese a no detectarse ningún motivo aparente, ni sufrir ninguna patología psiquiátrica. Fue condenado a la pena máxima que le correspondía por su edad: veinte años de reclusión, pero murió de tuberculosis en febrero de 1916. Su comportamiento en la colonia penitenciaria era satisfactorio.

 

Gidé cuando presenta el caso “Redureau” trascribe el Informe de los Médicos Forenses del 17 de enero de 1914 que analizaron al joven imputado y consideran que los adolescentes están predispuestos a la criminalidad:

 

“(N)o hay que buscar el verdadero determinismo de los actos cometidos en la psico-patología, sino en la psicología normal del adolescente. Que la época de desarrollo de la pubertad se manifiesta por unas modificaciones profundas, no sólo de las funciones orgánicas, sino también de las funciones psíquicas es una noción clásica: sensibilidad, inteligencia y actividad voluntaria. Al mismo tiempo que la resistencia física disminuye, y que el cuerpo presenta menos inmunidad contras las influencias morbíficas, se produce una especie de ruptura momentánea del equilibrio mental con el desarrollo excesivo del sentimiento de personalidad, susceptibilidad exagerada, hiperestesia psíquica. Asistimos a la manifestación de una auténtica tendencia a la combatividad y a una exageración notable de la impulsividad y de la tendencia a la violencia. El adolescente es muy sensible a los halagos, y, a la inversa, acusa con mucha mayor agudeza las heridas del amor propio. Los especialistas que se han ocupado de la psicología de la pubertad nunca olvidan señalar que hacia los quince años es cuando, en los centros educativos, se dan más casos de sujetos que incurren en sanciones por mala conducta, altercados y vías de hecho, esto se debe a que en los jóvenes que llegan a esta edad los primeros movimientos apenas son reprimidas, porque la irreflexión es la característica principal de su estado mental. En este orden de idea es donde la ciencia en la actualidad sitúa la causa principal de predisposición a la criminalidad contra las personas entre los adolescentes en la época de la pubertad. Lo que antecede permite comprender qué grado de violencia puede alcanzar determinados movimientos pasionales del adolescente y lo importante que resulta evitar en su interpretación la aplicación de un criterio extraído de la mentalidad del hombre adulto. Así pues, por lo general, determinados actos de difícil explicación, como los que se imputan al inculpado, pueden ser consecuencia de un estado mental que nada tiene ver con la patología, que, en una palabra, es fisiológico”.

 

Gide, Andre, “Nos Juzgueis. Apuntes sobre mis experiencias como jurado en el Tribunal de Ruán”, Ed. Tusquets, Barcelona, 1996.

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